miércoles, 25 de marzo de 2009

Edward Green, de la Universidad de Harvard, comparte opinión del Papa


Los recientes comentarios del Papa Benedicto XVI sobre la necesidad de no centrar las campañas contra el SIDA en el uso de preservativos causaron gran revuelo en la prensa, pero destacados científicos dedicados al tema han salido en defensa del Pontífice y aseguran que su análisis es correcto. Uno de ellos es Edward Green, una autoridad científica de la Universidad de Harvard, quien explicó que aunque los preservativos teóricamente deben funcionar, también podrían "agravar el problema" en África.

Aunque los comentarios del Pontífice le valieron miles de ataques periodísticos e incluso lo llamaron una "amenaza para la salud pública", Green –autor de cinco libros sobre el tema– considera que la prensa está del lado incorrecto.

Green, que es investigador científico jefe de prevención del SIDA en Harvard, declaró a Catholic News Agency (CNA) que los preservativos no solo no funcionan correctamente sino que podrían estar "exacerbando el problema" en África.

"Teóricamente, los preservativos deben funcionar y teóricamente cierto uso de preservativos deberían ser mejor a ningún uso, pero eso es teóricamente", explicó Green.

Los promotores de los preservativos suelen citar la falta de una educación sobre los profilácticos como la principal culpable de las altas tasas de SIDA en África, pero Green no está de acuerdo.

El experto –que no se opone al uso de preservativos como un medio adicional– recordó que cuando la epidemia del SIDA atacó África, la "industria" comenzó a usar la enfermedad con el doble propósito de desarrollar una estrategia de marketing para lograr más financiamiento para la distribución de preservativos. De esta manera, "un dispositivo usado en un segundo o tercer grado para evitar embarazos no deseados" se convirtió en "nuestra mejor arma contra el SIDA", sostiene Green.

Según Green, la comunidad científica admite es que los preservativos disminuyen la tasa de infección del HIV, pero numerosos estudios prueban lo contrario. "No podemos encontrar una asociación entre mayor uso de preservativos y reducción de tasas de HIV" en África, explicó.

Sin embargo, cada vez más estudios coinciden que la difusión de los preservativos falla por un fenómeno llamado compensación de riesgo o desinhibición conductual.

La compensación de riesgo "es la idea de que si alguien usa cierta tecnología para reducir el riesgo, ocurre un fenómeno que lleva a la persona a asumir un riesgo mayor". En este caso el riesgo es sexual.

Green, que se proclama liberal, sostiene que promover la "ideología liberal" de Occidente no es lo adecuado en África porque la mayoría de los africanos son conservadores en su conducta sexual y muy religiosos para los estándares globales, por lo que encuentran ofensivas las campañas que promueven las relaciones sexuales desde la adolescencia.

Para Green es iluminador el caso de Uganda, donde se educa a la gente para que no caiga en la promiscuidad. El país ha logrado reducir su tasa de contagio en dos tercios porque en vez de esperar que la gente use preservativos que no desea, promovió la abstinencia y la fidelidad.

Según Green, en el año 2004 las tasas de contagio en Uganda aumentaron en el año 2004 debido a un influjo de preservativos y consejería occidental.

El investigador informó que hace poco, los dos países africanos con las tasas más altas de contagio del mundo, Botswana y Swazilandia, han lanzado campañas para promover la fidelidad y la monogamia, debido al fracaso de los programas que reposan en el preservativo como medio más eficaz contra el SIDA.

(ACIPRENSA)

domingo, 22 de marzo de 2009

Carta a Mons. Fisichella, desde la Arquidiócesis de Recife


“En una carta dirigida al presidente de la Pontificia Academia para la Vida, monseñor Rino Fisichella, responsables de la archidiócesis brasileña de Recife, expresan su queja al arzobispo italiano por el artículo que publicó en L´Ossevatore Romano el pasado día 15 de marzo. En dicho artículo, monseñor Fisichella criticaba a monseñor José Cardoso Sobrinho, arzobispo de Recife, por haber anunciado la excomunión de las personas que habían tomado parte en el aborto practicado a la niña brasileña de 9 años que estaba embarazada tras ser violada por su padrastro. En el texto los sacerdotes brasileños dan cumplida cuenta de lo que hicieron en su arquidiócesis tanto con la niña como con su familia y se lamentan por la actitud del prelado italiano.

La carta a Mons. Fisichella

“Con respecto al artículo titulado "Dalla parte della bambina brasiliana" y publicado en L'Osservatore Romano el día 15 de marzo, nosotros, los abajo firmantes, declaramos:

“1. El hecho no sucedió en Recife, como dice el artículo, sino en la ciudad de Alagoinha, (diócesis de Pesqueira).

“2. Todos nosotros -comenzando por el párroco de Alagoinha (abajo firmante)- tratamos a la niña grávida y a su familia con toda caridad y dulzura. El Párroco, ejerciendo su solicitud pastoral, al conocer la noticia en su residencia, se dirigió de inmediato a la casa de la familia, donde se reunió con la niña para prestarle su apoyo y acompañamiento durante la grave y difícil situación en que la niña se encontraba. Y esta actitud se repitió durante todos los días, desde Alagoinha a Recife, donde sucedió el triste hecho de aborto de dos inocentes. Por lo tanto, resulta evidente e inequívoco que nadie pensó en primer lugar en una ‘excomunión’. Usamos todos los medios a nuestro alcance para evitar el aborto y así salvar TRES vidas. El Párroco acompañó personalmente al Consejo Tutelar de la ciudad en todas las iniciativas que tuviesen como objetivo el bien de la niña y de sus dos hijos. En el hospital, con visitas diarias, demostró actitudes de cariño y atención que daban a entender tanto a la niña como a su madre que no estaban solas, sino que la Iglesia, allí representada por el párroco local, les garantizaba la asistencia necesaria y la certeza de que todo sería hecho para el bien de la niña y para salvar a sus dos hijos.

“3. Después de que la niña fue transferida a un hospital de la ciudad de Recife, intentamos todos los medios legales para evitar el aborto. La Iglesia jamás omitió estar presente en el hospital. El Pàrroco realizó visitas diarias al hospital, desplazándose de su ciudad que dista 230 km de Recife, sin medir esfuerzo alguno para que tanto la niña como la madre se sintiesen en presencia de Jesús el Buen Pastor que va al encuentro de las ovejas que más precisan de su atención. De suerte tal que el caso fue tratado con toda la atención debida por parte de la Iglesia y no ‘a la ligera’, como dice el artículo.

“4. No estamos de acuerdo con lo afirmado respecto a que "la decisión es ardua... para la propia ley moral". Nuestra Santa Iglesia mantiene la proclamación de la ley moral de un modo clarísimo: nunca es lícito eliminar la vida de un inocente para salvar otra vida. Los hechos objetivos son estos: hay médicos que declaran explícitamente que practican y continuarán practicando el aborto, en tanto otros, con la misma firmeza declaran que jamás practicarán el aborto. He aquí la declaración de un médico católico brasileño: ‘(...) Como médico obstetra durante 50 años, formado por la Facultad Nacional de Medicina de la Universidad del Brasil, y como ex jefe de Clínica Obstétrica del Hospital de Andaraí, donde serví 35 años hasta mi retiro para dedicarme al Diaconado, he tenido que realizar 4.524 (cuatro mil quinientos veinticuatro) partos, muchos a menores de edad, y nunca precisé de recurrir a un aborto para ‘salvar vidas’, así como todos mis colegas íntegros y honestos en su profesión y fieles a su juramento hipocrático’ (...).

“5. Es falsa la afirmación de que el hecho fue divulgado en los periódicos solamente porque el Arzobispo de Olinda y Recife se apresuró a declarar la excomunión. Basta ver que el caso se hizo público en Alagoinha el miércoles 25 de febrero y el Arzobispo se pronunció en la prensa el 3 de marzo y el aborto se concretó el 4 de marzo. Sería demasiado imaginar que la prensa brasileña, ante un acto de tal gravedad lo mantenga silenciado por un intervalo de seis días. Siendo así, la noticia de la niña ("Carmen") grávida ya había sido divulgada en los periódicos antes de la consumación del aborto. Solamente después de eso, interrogado por los periodistas, el 3 de marzo (martes), el Arzobispo mencionó el canon 1398. Estamos convencidos de que la divulgación de esta pena medicinal (la excomunión) hará bien a muchos católicos, induciéndolos a evitar este pecado gravísimo. El silencio de la Iglesia sería muy perjudicial, sobre todo al constatarse que en el mundo entero están ocurriendo cincuenta millones de abortos cada año y solo en Brasil un millón de vidas inocentes son segadas. El silencio puede ser interpretado como una connivencia o complicidad. Si algún médico tiene ‘conciencia perpleja’ antes de practicar un aborto (lo que parece extremadamente improbable) si él es católico y desea observar la ley de Dios debe consultar con un director espiritual.

“6. El artículo es, en otras palabras, una afrenta directa a la defensa de la vida de tres criaturas vehementemente realizada por Don José Cardoso Sobrinho y demuestra que, en lo que se refiere al autor, no tiene ni los fundamentos ni las informaciones necesarias para hablar sobre el asunto, por total desconocimiento de los detalles del hecho. El texto puede ser interpretado como una apología del aborto, en contradicción con el Magisterio de la Iglesia. Los médicos abortistas no estuvieron en la encrucijada moral que menciona el texto, por el contrario, ellos practicaron el aborto con plena conciencia y en coherencia con lo que creen y lo que enseñan. El hospital que realizó el aborto en la niña es uno de los dos que siempre realizan este procedimiento en nuestro Estado, bajo pretexto de ‘legalidad’. Los médicos que actuaron como verdugos de los gemelos declararon y continúan declarando a los medios nacionales que hicieron lo que ya están acostumbrados a hacer ‘con mucho orgullo’. Uno de ellos, inclusive, declaró que: ‘Ya fui, entonces, excomulgado varias veces’.

“7. El autor se arrogó el derecho de hablar sobre lo que no conocía, y lo que es peor, sin siquiera tomarse el trabajo de conversar previamente con su hermano en el episcopado y por esa actitud imprudente, está causando un verdadero estrago entre los fieles católicos del Brasil que terminan creyendo que Don José Cardoso Sobrinho se ha precipitado en sus pronunciamientos. Al revés, en lugar de consultar con su hermano en el episcopado, prefirió confiar en nuestra prensa declaradamente anticlerical”.

“Recife-PE, 16 de marzo de 2009.

“P. Edson Rodrigues (párroco de Alagoinha-PE - diócesis de Pesqueira); Mons. Edvaldo Bezerra da Silva (Vicario General - arquidiócesis de Olinda y Recife); P. Moisés Ferreira de Lima (Rector del Seminario Arquidiocesano); Dr. Márcio Miranda (Abogado de la Archidiocesis de Olinda y Recife).+


AICA

miércoles, 18 de marzo de 2009

Solidaridad de Obispos con el Papa



Carta de solidaridad y apoyo con motivo de la comunicación enviada por el Papa ante el caso de la remisión de excomunión a los cuatro obispos consagrados por el arzobispo Lefbvre.

Su Santidad
Benedicto XVI
Ciudad del Vaticano

Santísimo Padre:

Nos hemos reunido en Bogotá esta semana más de treinta Arzobispos y Obispos de las diversas Conferencias Episcopales de América Latina y el Caribe. La gran mayoría de ellos, Secretarios Generales de sus respectivas Conferencias Episcopales junto con los encargados de llevar adelante en sus respectivos países la gran Misión Continental impulsada por la V Conferencia General de Aparecida, en mayo de 2007.

Durante nuestro encuentro hemos leído y comentado en común su Carta del día 10 del presente dirigida a todos los hermanos del ministerio episcopal sobre la remisión de la excomunión de los cuatro Obispos consagrados por el Arzobispo Lefebvre.

Lo hemos hecho con profundo amor a la Iglesia y con sincera actitud filial. Lo que Su Santidad ha escrito nos ha conmovido y ha reforzado nuestra honda comunión eclesial. También lo hemos acogido como un ejemplo de espíritu misericordioso y transparente, motivado por el inesperado eco de los acontecimientos, pero también confiado en que lo ocurrido es además un positivo designio del Señor para su Iglesia en este momento de la historia.

Su carta nos marca un camino en la verdad, en el amor y la unidad necesarios para cada uno de nosotros, llamados a la sucesión Apostólica para el servicio ministerial. Su Santidad describe muy bien algo que no está lejos de nuestra propia experiencia pastoral: precisamente personas y grupos que reclaman tolerancia para sí mismos, pueden negarla arbitrariamente a quienes busquen una aproximación en la verdad.

Santísimo Padre, con estas líneas queremos, como grupo representativo de nuestra Iglesia en América Latina y el Caribe sumarnos a las renovadas muestras de afecto, de confianza, de comunión con Su Santidad en nuestras oraciones y servicio a las Iglesias que se nos han confiado, y en responsabilidad por la gran Iglesia Universal que el Señor le ha encomendado.

A nombre de todos los Obispos reunidos imploramos su Bendición Apostólica.

Bogotá, 13-3-09

Mons. Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida, Brasil - Presidente del CELAM

Mons. Víctor Sánchez Espinosa, arzobispo electo de Puebla, México - Secretario General del CELAM

jueves, 12 de marzo de 2009

Carta sobre remisión excomunión obispos de Lefebvre



Hoy se hizo pública una carta de Benedicto XVI a los obispos de la Iglesia católica sobre la remisión de la excomunión de los cuatro Obispos consagrados por el Arzobispo Lefebvre.

Ofrecemos el texto completo del documento, fechado el 10 de marzo y que se ha publicado en inglés, francés, español, italiano, alemán y portugués:

"Queridos Hermanos en el ministerio episcopal

La remisión de la excomunión a los cuatro Obispos consagrados en el año 1988 por el Arzobispo Lefebvre sin mandato de la Santa Sede, ha suscitado por múltiples razones dentro y fuera de la Iglesia católica una discusión de una vehemencia como no se había visto desde hace mucho tiempo. Muchos Obispos se han sentido perplejos ante un acontecimiento sucedido inesperadamente y difícil de encuadrar positivamente en las cuestiones y tareas de la Iglesia de hoy.

A pesar de que muchos Obispos y fieles estaban dispuestos en principio a considerar favorablemente la disposición del Papa a la reconciliación, a ello se contraponía sin embargo la cuestión sobre la conveniencia de dicho gesto ante las verdaderas urgencias de una vida de fe en nuestro tiempo. Algunos grupos, en cambio, acusaban abiertamente al Papa de querer volver atrás, hasta antes del Concilio. Se desencadenó así una avalancha de protestas, cuya amargura mostraba heridas que se remontaban más allá de este momento. Por eso, me siento impulsado a dirigiros a vosotros, queridos Hermanos, una palabra clarificadora, que debe ayudar a comprender las intenciones que me han guiado en esta iniciativa, a mí y a los organismos competentes de la Santa Sede. Espero contribuir de este modo a la paz en la Iglesia.

Una contrariedad para mí imprevisible fue el hecho de que el caso Williamson se sobrepusiera a la remisión de la excomunión. El gesto discreto de misericordia hacia los cuatro Obispos, ordenados válidamente pero no legítimamente, apareció de manera inesperada como algo totalmente diverso: como la negación de la reconciliación entre cristianos y judíos y, por tanto, como la revocación de lo que en esta materia el Concilio había aclarado para el camino de la Iglesia. Una invitación a la reconciliación con un grupo eclesial implicado en un proceso de separación, se transformó así en su contrario: un aparente volver atrás respecto a todos los pasos de reconciliación entre los cristianos y judíos que se han dado a partir del Concilio, pasos compartidos y promovidos desde el inicio como un objetivo de mi trabajo personal teológico.

Que esta superposición de dos procesos contrapuestos haya sucedido y, durante un tiempo haya enturbiado la paz entre cristianos y judíos, así como también la paz dentro de la Iglesia, es algo que sólo puedo lamentar profundamente. Me han dicho que seguir con atención las noticias accesibles por Internet habría dado la posibilidad de conocer tempestivamente el problema. De ello saco la lección de que, en el futuro, en la Santa Sede deberemos prestar más atención a esta fuente de noticias.

Me ha entristecido el hecho de que también los católicos, que en el fondo hubieran podido saber mejor cómo están las cosas, hayan pensado deberme herir con una hostilidad dispuesta al ataque. Justamente por esto doy gracias a los amigos judíos que han ayudado a deshacer rápidamente el malentendido y a restablecer la atmósfera de amistad y confianza que, como en el tiempo del Papa Juan Pablo II, también ha habido durante todo el período de mi Pontificado y, gracias a Dios, sigue habiendo.

Otro desacierto, del cual me lamento sinceramente, consiste en el hecho de que el alcance y los límites de la iniciativa del 21 de enero de 2009 no se hayan ilustrado de modo suficientemente claro en el momento de su publicación. La excomunión afecta a las personas, no a las instituciones. Una ordenación episcopal sin el mandato pontificio significa el peligro de un cisma, porque cuestiona la unidad del colegio episcopal con el Papa. Por esto, la Iglesia debe reaccionar con la sanción más dura, la excomunión, con el fin de llamar a las personas sancionadas de este modo al arrepentimiento y a la vuelta a la unidad.

Por desgracia, veinte años después de la ordenación, este objetivo no se ha alcanzado todavía. La remisión de la excomunión tiende al mismo fin al que sirve la sanción: invitar una vez más a los cuatro Obispos al retorno. Este gesto era posible después de que los interesados reconocieran en línea de principio al Papa y su potestad de Pastor, a pesar de las reservas sobre la obediencia a su autoridad doctrinal y a la del Concilio.
Con esto vuelvo a la distinción entre persona e institución. La remisión de la excomunión ha sido un procedimiento en el ámbito de la disciplina eclesiástica: las personas venían liberadas del peso de conciencia provocado por la sanción eclesiástica más grave. Hay que distinguir este ámbito disciplinar del ámbito doctrinal. El hecho de que la Fraternidad San Pío X no posea una posición canónica en la Iglesia, no se basa al fin y al cabo en razones disciplinares sino doctrinales.

Hasta que la Fraternidad non tenga una posición canónica en la Iglesia, tampoco sus ministros ejercen ministerios legítimos en la Iglesia. Por tanto, es preciso distinguir entre el plano disciplinar, que concierne a las personas en cuanto tales, y el plano doctrinal, en el que entran en juego el ministerio y la institución. Para precisarlo una vez más: hasta que las cuestiones relativas a la doctrina no se aclaren, la Fraternidad no tiene ningún estado canónico en la Iglesia, y sus ministros, no obstante hayan sido liberados de la sanción eclesiástica, no ejercen legítimamente ministerio alguno en la Iglesia.

A la luz de esta situación, tengo la intención de asociar próximamente la Pontificia Comisión "Ecclesia Dei", institución competente desde 1988 para esas comunidades y personas que, proviniendo de la Fraternidad San Pío X o de agrupaciones similares, quieren regresar a la plena comunión con el Papa, con la Congregación para la Doctrina de la Fe. Con esto se aclara que los problemas que deben ser tratados ahora son de naturaleza esencialmente doctrinal, y se refieren sobre todo a la aceptación del Concilio Vaticano II y del magisterio postconciliar de los Papas.

Los organismos colegiales con los cuales la Congregación estudia las cuestiones que se presentan (especialmente la habitual reunión de los Cardenales el miércoles y la Plenaria anual o bienal) garantizan la implicación de los Prefectos de varias Congregaciones romanas y de los representantes del Episcopado mundial en las decisiones que se hayan de tomar.
No se puede congelar la autoridad magisterial de la Iglesia al año 1962, lo cual debe quedar bien claro a la Fraternidad. Pero a algunos de los que se muestran como grandes defensores del Concilio se les debe recordar también que el Vaticano II lleva consigo toda la historia doctrinal de la Iglesia. Quien quiere ser obediente al Concilio, debe aceptar la fe profesada en el curso de los siglos y no puede cortar las raíces de las que el árbol vive.

Espero, queridos Hermanos, que con esto quede claro el significado positivo, como también sus límites, de la iniciativa del 21 de enero de 2009. Sin embargo, queda ahora la cuestión: ¿Era necesaria tal iniciativa? ¿Constituía realmente una prioridad? ¿No hay cosas mucho más importantes? Ciertamente hay cosas más importantes y urgentes. Creo haber señalado las prioridades de mi Pontificado en los discursos que pronuncié en sus comienzos. Lo que dije entonces sigue siendo de manera inalterable mi línea directiva.

La primera prioridad para el Sucesor de Pedro fue fijada por el Señor en el Cenáculo de manera inequívoca: "Tú... confirma a tus hermanos" (Lc 22,32). El mismo Pedro formuló de modo nuevo esta prioridad en su primera Carta: "Estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere" (1 Pe 3,15). En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13,1), en Jesucristo crucificado y resucitado. El auténtico problema en este momento actual de la historia es que Dios desaparece del horizonte de los hombres y, con el apagarse de la luz que proviene de Dios, la humanidad se ve afectada por la falta de orientación, cuyos efectos destructivos se ponen cada vez más de manifiesto.

Conducir a los hombres hacia Dios, hacia el Dios que habla en la Biblia: Ésta es la prioridad suprema y fundamental de la Iglesia y del Sucesor de Pedro en este tiempo. De esto se deriva, como consecuencia lógica, que debemos tener muy presente la unidad de los creyentes. En efecto, su discordia, su contraposición interna, pone en duda la credibilidad de su hablar de Dios. Por eso, el esfuerzo con miras al testimonio común de fe de los cristianos -al ecumenismo- está incluido en la prioridad suprema.
A esto se añade la necesidad de que todos los que creen en Dios busquen juntos la paz, intenten acercarse unos a otros, para caminar juntos, incluso en la diversidad de su imagen de Dios, hacia la fuente de la Luz. En esto consiste el diálogo interreligioso. Quien anuncia a Dios como Amor "hasta el extremo" debe dar testimonio del amor. Dedicarse con amor a los que sufren, rechazar el odio y la enemistad, es la dimensión social de la fe cristiana, de la que hablé en la Encíclica Deus caritas est.

Por tanto, si el compromiso laborioso por la fe, por la esperanza y el amor en el mundo es en estos momentos (y, de modos diversos, siempre) la auténtica prioridad para la Iglesia, entonces también forman parte de ella las reconciliaciones pequeñas y medianas. Que el humilde gesto de una mano tendida haya dado lugar a un revuelo tan grande, convirtiéndose precisamente así en lo contrario de una reconciliación, es un hecho del que debemos tomar nota.

Pero ahora me pregunto: ¿Era y es realmente una equivocación, también en este caso, salir al encuentro del hermano que "tiene quejas contra ti" (cf. Mt 5,23s) y buscar la reconciliación? ¿Acaso la sociedad civil no debe intentar también prevenir las radicalizaciones y reintegrar a sus eventuales partidarios -en la medida de lo posible- en las grandes fuerzas que plasman la vida social, para evitar su segregación con todas sus consecuencias? ¿Puede ser totalmente desacertado el comprometerse en la disolución de las rigideces y restricciones, para dar espacio a lo que haya de positivo y recuperable para el conjunto?

Yo mismo he visto en los años posteriores a 1988 cómo, mediante el regreso de comunidades separadas anteriormente de Roma, ha cambiado su clima interior; cómo el regreso a la gran y amplia Iglesia común ha hecho superar posiciones unilaterales y ablandado rigideces, de modo que luego han surgido fuerzas positivas para el conjunto. ¿Puede dejarnos totalmente indiferentes una comunidad en la cual hay 491 sacerdotes, 215 seminaristas, 6 seminarios, 88 escuelas, 2 institutos universitarios, 117 hermanos, 164 hermanas y millares de fieles? ¿Debemos realmente dejarlos tranquilamente ir a la deriva lejos de la Iglesia? Pienso por ejemplo en los 491 sacerdotes. No podemos conocer la trama de sus motivaciones. Sin embargo, creo que no se hubieran decidido por el sacerdocio si, junto a varios elementos distorsionados y enfermos, no existiera el amor por Cristo y la voluntad de anunciarlo y, con Él, al Dios vivo. ¿Podemos simplemente excluirlos, como representantes de un grupo marginal radical, de la búsqueda de la reconciliación y de la unidad? ¿Qué será de ellos luego?

Ciertamente, desde hace mucho tiempo y después una y otra vez, en esta ocasión concreta hemos escuchado de representantes de esa comunidad muchas cosas fuera de tono: soberbia y presunción, obcecaciones sobre unilateralismos, etc. Por amor a la verdad, debo añadir que he recibido también una serie de impresionantes testimonios de gratitud, en los cuales se percibía una apertura de los corazones.
¿Acaso no debe la gran Iglesia permitirse ser también generosa, siendo consciente de la envergadura que posee; en la certeza de la promesa que le ha sido confiada? ¿No debemos como buenos educadores ser capaces también de dejar de fijarnos en diversas cosas no buenas y apresurarnos a salir fuera de las estrecheces? ¿Y acaso no debemos admitir que también en el ámbito eclesial se ha dado alguna salida de tono?

A veces se tiene la impresión de que nuestra sociedad tenga necesidad de un grupo al menos con el cual no tener tolerancia alguna; contra el cual pueda tranquilamente arremeter con odio. Y si alguno intenta acercársele -en este caso el Papa- también él pierde el derecho a la tolerancia y puede también ser tratado con odio, sin temor ni reservas.

Queridos Hermanos, por circunstancias fortuitas, en los días en que me vino a la mente escribir esta carta, tuve que interpretar y comentar en el Seminario Romano el texto de Ga 5,13-15. Percibí con sorpresa la inmediatez con que estas frases nos hablan del momento actual: "No una libertad para que se aproveche el egoísmo; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la ley se concentra en esta frase: "Amarás al prójimo como a ti mismo". Pero, atención: que si os mordéis y devoráis unos a otros, terminaréis por destruiros mutuamente".

Siempre fui propenso a considerar esta frase como una de las exageraciones retóricas que a menudo se encuentran en San Pablo. Bajo ciertos aspectos puede ser también así. Pero desgraciadamente este "morder y devorar" existe también hoy en la Iglesia como expresión de una libertad mal interpretada. ¿Sorprende acaso que tampoco nosotros seamos mejores que los Gálatas? Que ¿quizás estemos amenazados por las mismas tentaciones? ¿Que debamos aprender nuevamente el justo uso de la libertad? ¿Y que una y otra vez debamos aprender la prioridad suprema: el amor?
En el día en que hablé de esto en el Seminario Mayor, en Roma se celebraba la fiesta de la Virgen de la Confianza. En efecto, María nos enseña la confianza. Ella nos conduce al Hijo, del cual todos nosotros podemos fiarnos. Él nos guiará, incluso en tiempos turbulentos. De este modo, quisiera dar las gracias de corazón a todos los numerosos Obispos que en este tiempo me han dado pruebas conmovedoras de confianza y de afecto y, sobre todo, me han asegurado sus oraciones.
Este agradecimiento sirve también para todos los fieles que en este tiempo me han dado prueba de su fidelidad intacta al Sucesor de San Pedro. El Señor nos proteja a todos nosotros y nos conduzca por la vía de la paz. Es un deseo que me brota espontáneo del corazón al comienzo de esta Cuaresma, que es un tiempo litúrgico particularmente favorable a la purificación interior y que nos invita a todos a mirar con esperanza renovada al horizonte luminoso de la Pascua.

Con una especial bendición apostólica me confirmo".

Ciudad del Vaticano, 12-3-2009
VIS 090312 (2500)



viernes, 6 de marzo de 2009

Encuentran prueba de orden directa de Pío XII para proteger a judíos



Un apunte en el memorial de un monasterio romano que da cuenta de una orden directa del Santo Padre para que se acoja en el recinto a los judíos perseguidos.

El Padre Peter Gumpel, relator de la causa de beatificación del Papa Pío XII, reveló que ha obtenido una nueva prueba de los esfuerzos del Pontífice contra la persecución nazi: Un apunte en el memorial de un monasterio romano que da cuenta de una orden directa del Santo Padre para que se acoja en el recinto a los judíos perseguidos.

En declaraciones a Radio Vaticano, el Padre Gumpel informó que se trata de una nota procedente del Memorial de las Religiosas Agustinas del Monasterio romano "Dei Santissimi Quattro Coronati" en la que se lee: "El Santo Padre quiere salvar a sus Hijos, también a los Judíos, y ordena que en los Monasterios se dé hospitalidad a estos perseguidos". El apunte es de noviembre de 1943 e incluye la lista de 24 personas acogidas en este monasterio como adhesión al deseo del Sumo Pontífice.

El Padre Gumpel, según traduce la cadena COPE, explicó que su importancia radica en ser un documento escrito.

El sacerdote aclaró que "hay numerosos testimonios orales, no sólo de religiosas y sacerdotes, sino también de otros" sobre la labor del Papa Pío XII pero "con frecuencia faltan declaraciones contemporáneas escritas, cosa que ha dado oportunidad a algunos –que siguen atacando a Pío XII– de contestar, diciendo: ‘No hay documentos acerca de que él haya actuado jamás durante la redada contra los judíos romanos el 16 de octubre de 1942’".

"Esto es una falsedad total; lo único que revela es que en tiempos de persecuciones y en situaciones como las que entonces se vivían en Roma, una persona prudente no ponía las cosas ‘negro sobre blanco’, pues existía el peligro de que cayeran en manos enemigas y después se emprendieran medidas todavía más hostiles contra la Iglesia católica", precisó.

El Padre Gumpel agregó que "la obra de salvación de Pío XII –atestiguada también, por otro lado, por muchas fuentes judías– se realizó a través de mensajeros personales –sacerdotes– que eran enviados a diversas instituciones y a casas católicas aquí, en Roma, universidades, seminarios, parroquias, conventos de religiosas, casas de religiosos, siempre con el mensaje: ‘Abrid vuestras puertas a todos los perseguidos por los nazis’, lo que valía en primer lugar, naturalmente, para los judíos".

Según el sacerdote, hay quienes dicen que creerán "en la obra de Pío XII a favor de los judíos sólo si contamos con un documento escrito’. Pues bien, existen dos documentos escritos: uno se envió al Obispo de Asís, monseñor Nicolini, quien lo hizo ver a su colaborador, el reverendo Brugnazzi; ambos fueron después reconocidos por el Yad Vashem como ‘justos entre las naciones’".

"Aquí en Roma –añade– tenemos ahora este documento de la crónica de las Religiosas Agustinas de Clausura" como "una confirmación ulterior que puede ser útil ante aquellos que persistentemente quieren denigrar a Pío XII y con ello atacar a la Iglesia católica", indicó.

ACI

NuevoEncuentro 06/03/09








miércoles, 4 de marzo de 2009

Evolución y fe son compatibles


Por José Antonio Sayés

El Génesis nos proporciona 4 verdades fundamentales: todo ha sido creado por Dios; el hombre posee una dignidad sagrada, en cuanto que fue creado a imagen y semejanza de Dios; la mujer es de la misma dignidad que el hombre, como nos muestra el símbolo de la costilla; hubo un pecado al inicio de la Historia con fatales consecuencias para la Humanidad…
El problema de la interpretación fundamentalista es que no es capaz de distinguir entre el contenido doctrinal y el ropaje literario. Pero entremos en el debate de la evolución. Según Darwin, la lucha por la vida tiene como consecuencia la supervivencia de los más fuertes. Hay una selección natural, según la cual se conservan y transmiten las variedades favorables. Pero Darwin no conocía la existencia del ADN, que no cambia nunca. A finales de 1930, se formula el neodarwinismo o Teoría sintética, el cual combina las mutaciones genéticas que surgen al azar con la selección natural.

En El azar y la necesidad, J. Monod pone este ejemplo: imaginemos que el señor Dubois trabaja en la reparación de un tejado y se le cae el martillo que mata al señor Dupont, que andaba por la acera. Estamos ante un acontecimiento totalmente imprevisible… Esto es lo que ocurre en el fenómeno de la evolución, dice Monod. Pero aquí Monod confunde imprevisibilidad con incausalidad. El que algo sea imprevisible no quiere decir que carezca de causa. La caída del martillo es imprevisible, pero tiene una causa: la inadvertencia del señor Dubois y la ley de la gravedad. Y es que no cabe entender el azar como ausencia de causa. Todo lo que ocurre tiene una causa.

Cuando el cardenal arzobispo de Viena, Christoph Schönborn, escribió, en julio de 2005, en el New York Times, el artículo Finding Design in Nature, surgió un gran debate. Se le acusó de fundamentalista y de no aceptar la evolución, lo cual es falso. Su tesis es que el neodarwinismo, en la medida en que niega la existencia de una inteligencia ordenadora, se convierte en ideología, porque hace afirmaciones que van más allá del campo científico. La evolución no se puede explicar en sus últimas causas desde la ciencia, sino desde la filosofía.Cuestión de sentido común
Decíamos que no se puede entender la casualidad como ausencia de causa, pero dicho concepto se puede referir también al orden. Y el orden puede ser convencional u objetivo. Orden convencional, por ejemplo, es el orden alfabético y, efectivamente, si tiro al aire las 28 letras del alfabeto recortadas en cartón una después de otra, no se puede negar la posibilidad de que un día cayeran en orden. Pero no ocurre así con el orden objetivo, es decir, cuando elementos de suyo dispares están compenetrados de forma permanente para cumplir una finalidad compleja. Pensemos, por ejemplo, en el cerebro humano, cuyas células están combinadas de tal modo que componen un conjunto con una función de computadora. Si yo quiero acordarme ahora de mi pueblo, el cerebro me suministra en un segundo miles de fotos en color. No hay una computadora que funcione así, y, menos, una computadora hecha de agua como es el caso del cerebro en su 80%. Éste es un diseño inteligente que requiere una Inteligencia que lo explique, como también la catedral de Burgos requiere la existencia de un arquitecto.
He retado a más de uno a hacer una encuesta en Burgos sobre la posibilidad de que surja la catedral por casualidad y nadie ha aceptado. Pues bien, el cerebro humano es infinitamente superior a una catedral.
Por otra parte, no es preciso que Dios intervenga puntualmente en la aparición de cada especie. Basta con que potencie el ser que ha dado a las cosas para que, desde dentro, se desarrolle en una determinada dirección. Yo acepto el Big Bang, pero ¿cómo se puede explicar que una partícula comparable a una fracción de núcleo de átomo de hidrógeno representada por la unidad precedida de 48 ceros pueda tender por sí sola a la realización del proyecto hombre? Nada puede tender a un proyecto si no lo conoce.

Decía Crick, el descubridor de la estructura espacial del ADN, que un hombre honrado tendría que aceptar que el origen de la vida se debe a un milagro. Confesaba también Benedicto XVI, en Ratisbona, que, si la evolución no va acompañada de una razón creadora, no se puede explicar la aparición del orden de este mundo. En el fondo, se trata de una cuestión de sentido común. Hace poco hablaba con una muchacha que tenía unos ojos azules preciosos, en los que se adivinaba el fondo de su alma… Demasiada belleza para que surja por casualidad.

Santo Tomás Moro-Centro de Estudios, 2-3-09